Ya han pasado algunos meses desde la liberación de Buri. Debí sentarme y escribir este blog con las emociones a flor de piel como lo hice cuando la separaron de mi vida. Siento hacerlo ahora, quizás con menos emoción, o no. Lo cierto es que llevaba mucho sin acudir a este «diván» virtual a plasmar mis sentimientos. Hoy esa ausencia ha llegado a su fin. No te quiero prometer una periodicidad que posiblemente no cumpla, pero trataré de sentarme más y dejar que los pensamientos e ideas fluyan a través de mis dedos sobre el teclado de este ordenador portátil.
Aun muchos no lo saben, aunque diría que la mayoría sí. No sé
en que extremo estás tú así que lo mejor será contártelo como si no supieras
absolutamente nada.
12 de marzo de 2018. Mi vida da un vuelco. Todo el esfuerzo,
las ilusiones y proyectos se ven truncados cuando roban de mi plaza de garaje a
Buri, mi BMW R1200GS Adventure. Desde la rabia, a la tristeza terminando en
resignación. Hoy te puedo asegurar que fueron meses de sentimientos muy
fuertes, de noches de insomnio, de oír cualquier ruido y levantarme a mirar por
la ventana. De cruzarme con otras motos como Buri y preguntarme por qué la mía.
De desconfianza hacia todo aquel que me miraba cuando iba sobre Farah, esa que
meses después compré y que me devolvió un poco de ilusión, pero, aun así, hubo
muchos momentos en los que me sentí perdido. Parecía que, a pesar de tener una
nueva moto, todos aquellos proyectos e ilusiones se habían esfumado de un
plumazo junto a Buri. Y, no sé cómo explicarlo, pero yo también cambié.
02 de octubre de 2019. No esperé a que saliera el sol y eso
que soy bastante pachorrón en la vida. Un par de llamadas. Contactos a los que
les debo más que un agradecimiento por todo lo que me fueron gestionando y,
llegó la buena noticia. Estaba en el depósito, unos compañeros de PL la habían
reconocido por sus maletas y pegatinas y otros compañeros con contacto directo
con CNP simplemente me lo confirmaron sin ningún género de dudas. A la noticia
se le sumó el plus de ser una de las que, en mejor, si no era la que en mejor
estado se encontraba. A partir de este momento se sucedieron los abrazos con
compañeros de GC y aguantar las lágrimas, aunque esta vez era de la más plena
felicidad. Ahora tocaba tener un poco de paciencia pues no iba a ser inmediato
su regreso a casa. Mis compañeros de CNP tenían muchísimo trabajo, de hecho, seguían
trabajando en el garaje pues otros muchos moteros no tuvieron la misma suerte
que yo (no os imagináis como lo siento riders, ánimo).
03 de octubre de 2019. Todo marchó mucho más rápido de lo
esperado. El depósito empezaba a ser objeto de muchas miradas y eso no era
bueno. Debían empezar a darle salida cuanto antes y evitar problemas y Buri,
nuevamente fue una privilegiada abandonando ese triste lugar la primera.
Demasiado golosa para los amigos de lo ajeno. Solo eché en falta el soporte del
GPS y, aunque no lo puedo afirmar, aquello tenía toda la pinta de haber sido sustraído
allí, pues el cable del soporte a la batería lo dejaron colgando por un lateral
del depósito. Supongo que no les dio tiempo a cortar dos bridas que lo
sujetaban. Males menores sin duda, porque comprobada la moto ni siquiera había
forzado las maletas. Todo seguía en su interior. Esto empezaba a ser un sueño
bastante surrealista a la vez que feliz.
Más llamadas, más buenos amigos, más abrazos. Buri subió nuevamente en una
grúa, aunque esta vez era toda para ella y, tomó rumbo al taller mecánico de
dos personas maravillosas y bueno amigos, gracias a MR MECANICA porque nunca
podré pagarles lo que hicieron en esos momentos por mí y por Buri.
18 de octubre de 2019. Te juro que lo que sentí al volver a
subirme a ella, arrancarla, sentirla… no puedo explicarlo sin que se me llenen
los ojos de emoción. Además, Cris y Miguel había hecho un trabajo espectacular.
Buri brillaba más aun que mis ojos.
19 meses y ahora me parecía que todo ese tiempo había sido solo un mal sueño. ahí
estaba, la miraba y seguía sin creerlo. Como si nunca hubiéramos estado
separados.
En ese trayecto a casa me sentí raro, super feliz, pero raro y entendí que
había recuperado ese medio cuerpo que me faltaba, metálico, con dos ruedas y un
gran motor, como un «motauro».
Fue en la siguiente ruta, solos y por nuestro rinconcito
fetiche cerca de cas
a donde mis emociones explotaron, lloré hasta quedarme sin
aire y, las lágrimas recorrieron mis mejillas empujadas por la brisa de la poca
velocidad a la que íbamos diluyéndose en el acolchado del casco, la acaricié y
le dije cuanto la había echado de menos.
Bienvenida a casa de nuevo Buri.
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