Hasta entonces viví aferrado a una marca que en los ultimos años no se portó conmigo como yo creo lo fui con ella (o con ellos) y, como se suele decir, «la gota que colmó el vaso» fue el robo de Buri. La benda de mis ojos se desplomó. Lo cierto es que el cambio del trato personal en la casa oficial comenzó con la liquidación de la financiación que me ataba a ellos, a pesar de seguir acudiendo como un fiel cliente y amante de la marca. Igual suena injusto pero fueron varios los desencuentros que sentí. Y no ni uno, ni dos.
Decidí entonces que no volvería a «casarme» con nadie. Había
un modelo de otra marca que me había hecho tilín desde que lo vi en prensa por
primera vez. Aun Buri estaba en casa así que en cierto modo ya le fui infiel en
aquellas pensando en semejante burra que había salido al mercado para comerse con
papas a la GS de BMW y, por consiguiente el resto de trails del mercado.
Aun así, ya sin Buri, miré y consulté la mayoría de modelos
del mercado que se ajustaban a mis proyectos y gustos motociclísticos. Unos más
endureros, otros mas asfálticos pero todos con un denominador común; trail y/o
tourer. Descartando por orgullo la marca que me decepcionó en su postventa o
mejor dicho su postliquidación, BMW.
Otra cosa que empecé a tener claro era que no quería otra
maxitrail. Arya, la Yamaha XT660Z Teneré, que adquirí a las 2 semanas de perder
a Buri me hizo recordar la sensación de ligereza y agilidad en las reviradas
carreteras de la isla y aunque no me adaptara a su nervioso motor
monocilíndrico o no me transmitiera todo lo que deseaba en una moto, me dejó claro
que ni mucho ni poco, lo perfecto era quedarse en el punto medio de 1000
centímetros cúbicos.
Con todos esos requisitos las opciones se reducían aunque el
mercado me seguía dando opciones a elegir, pensar y hasta dudar. Yamaha, Honda,
KTM, Triumph y Suzuki acotaban el círculo, pero de entre todas ellas ELLA
destacaba y mi cabeza decidió hacer un complot con mi corazón y entonces ya no
hubo marcha atrás.
Honda Africa Twin Adventure Sports
Unica versión en el mercado con un vestido tricolor conmemorativo del 30 aniversario del modelo. Una rompecuellos en toda regla. Un misil en carretera y una fábrica de ilusiones. Lo tiene todo o al menos todo lo que yo necesitaba. No os voy a decir como se comporta porque ya tenéis en YouTube multitud de videos, pero creedme que por ahora solo ha conseguido sacarme sonrisas.
Ya sabeis mi pasión por las dos ruedas, por ellas siento un
vínculo muy especial. Ella era digna de poseer un nombre muy especial. Memorias
de Africa es una de esas películas que ha pasado a la historia por su
entonación romántica, rodada en el continente que lleva el nombre del modelo de
mi nueva moto. Aunque no protagonista, si forma parte del elenco de actores que
formaron parte del rodaje adoptando el papel de esclavo, el era Farah, un buen
hombre. Pero aun más especial es que con ese mismo nombre hemos llamado siempre
a mi abuela, así que Farah («Faráj») es el
particular homenaje y apodo de mi Africa Twin Adventure Sports.
Ahora es el momento de vivir mil y una experiencias sobre
ella y continuar el legado de ilusiones, proyectos y sueños que dejó Buri.
Comienza una nueva etapa. Es hora de FARAH.
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