La ilusión de mi primer día de aventura en solitario se desvaneció de golpe, al mismo tiempo que mi estómago se encogía al tamaño de un puño. No podía creerlo, nada mas puse el contacto a Buri el panel de información del ordenador de abordo me alertaba de la falta de presión en el neumático delantero. Se me acumulaban las preguntas y, las diferentes opciones de respuesta; -¿cómo había pinchado? ayer la había dejado perfectamente, ¿Dónde podía reparar el neumático? Joder si casi nunca se pincha la delantera, ¿en que momento ha pasado?, ¿La habrán desinflado? ayer cuando estacioné había chiquillos cerca, igual hicieron la ruindad. ¿Habrán entrado en mi blog?…-. Y entonces las repuestas se tornaron en nuevas preguntas en un bucle que, hasta el día de hoy, las posibles respuestas no quieren entrar de ningún modo en mi cabeza. Por suerte una gasolinera me daba la bienvenida todos los días al llegar y salir de aquel lugar. Y sin saberlo se convertiría en mi salvadora lo que me restaba de...
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