Llegó la hora de sentarse y escribir. De contar lo bonito y lo feo de ese viaje en moto en solitario por tierras ibéricas. Espero que las próximas líneas te resulten entretenidas y disfrutes de la lectura poco políticamente correcta y de los sucesivos capítulos de esta moto aventura.
Semáforo, derecha,
llegar al fondo de la calle, derecha y otra vez derecha y -¡anda el
supermercado!-. Me he pasado el garaje… toca dar otra vuelta.
Semáforo, derecha,
llego al fondo de la calle, derecha, otra vez derecha, policía local (menos mal
que no le hice caso con lo de coger por dirección prohibida), y puerta gris…
-Vaya, está abierta…-.
entro y, al fondo tal como me indicó aparco entre la plaza 13 y la 16.
Por fin voy a darme
una merecida ducha. Descargo la moto, le pongo el candado en el disco del
sistema de frenado, alarma, y me voy cargado como una mula por todo el pasillo
recto del garaje hasta la calle. Mientras voy pensando la lata que va a ser
cargar y descargar la moto todos los días y también que las plazas de
aparcamiento del hostal podían estar más cerca de la entrada y no al fondo del
garaje pero bueno… ¡por fin en la calle! recorro 5 metros, quizás más y me paro.
– Espera.
Otra puerta gris
cerrada… el supermercado… le doy al botón del mando y se enciende la luz
naranja de la puerta que indica que se está abriendo la puerta…
– Mierda mierda y más
mierda. ¡Acabo de meter la moto en un garaje que no es el mío!. -¡Joder porque
me pasa esto a mí…!
Corro como alma que
lleva el diablo antes de que se cierre la puerta del garaje erróneo, llego al
fondo donde tengo a Buri aparcada a saber en la propiedad de quién y…
– Joder, joder las
llaves del candado donde las he puesto…
Vuelvo a cargar la
moto sin cerrar ni las maletas, y miro de reojo la puerta.
– ¡Por favor no te
cierres, dame un minuto!-. Ya solo faltaba quedarme encerrado en un garaje
equivocado… No se cómo salí de allí sin dejarme nada por detrás. Le doy al mando,
abro el garaje correcto y siento un subidón de superación que ya podría darme
vergüenza… menudo mérito el mío. Debía tener la tensión por las nubes del
susto. Ahora si que necesitaba una ducha, estaba bañado en sudor.
Ahora me descojono
pero en aquel momento quería llorar y que la tierra me tragara hasta su núcleo.
Demasiado épico
empezaba todo esto…
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