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Bearventura’17 -Microrrelatos 4-.

La ilusión de mi primer día de aventura en solitario se desvaneció de golpe, al mismo tiempo que mi estómago se encogía al tamaño de un puño. No podía creerlo, nada mas puse el contacto a Buri el panel de información del ordenador de abordo me alertaba de la falta de presión en el neumático delantero.

Se me acumulaban las preguntas y, las diferentes opciones de respuesta; -¿cómo había pinchado? ayer la había dejado perfectamente, ¿Dónde podía reparar el neumático? Joder si casi nunca se pincha la delantera, ¿en que momento ha pasado?, ¿La habrán desinflado? ayer cuando estacioné había chiquillos cerca, igual hicieron la ruindad. ¿Habrán entrado en mi blog?…-. Y entonces las repuestas se tornaron en nuevas preguntas en un bucle que, hasta el día de hoy, las posibles respuestas no quieren entrar de ningún modo en mi cabeza.


Por suerte una gasolinera me daba la bienvenida todos los días al llegar y salir de aquel lugar. Y sin saberlo se convertiría en mi salvadora lo que me restaba de estancia en Salamanca.
Buri volvió a amanecer con el neumático delantero falto de aire al día siguiente y la rueda no presentaba por ningún lado signos de pinchazo. En carretera no perdía absolutamente nada de aire, pero me sentí vulnerable y, viajé el resto de días con el estado de la presión de los neumáticos fijado en el panel de información de la pantalla. Viajé obsesionado con parar la moto y al regresar a ella encontrar otra vez el neumático desinflado, pero los días me demostraron que al neumático no le ocurría nada y a Buri tampoco y, esas preguntas cuyas respuestas eran mas preguntas volvieron a sabotear mi cabeza. No podía creerlo, pero alguien había saboteado mi moto. Me cerré a tan solo dos posibilidades; o al estacionar le usurpé el rincón fetiche a otro motero o, me había topado con algún homófobo intolerante que su curiosidad llevó a visitar mi blog y tomar represalias contra mi normalidad, mi libertad y, en definitiva mi vida. Sí, a mi también me parecía rebuscado pero soy consciente de las posibilidades y la realidad.

Una goma y, unas diarreas días posteriores cuando llegué a Cáceres, dieron color a la aventura. Imagínate que llego a quedarme en campings… atropellamecamion mejor no imaginar las connotaciones épicas que podría haber alcanzado la aventura. Para todo estaría un viaje por continente Africano… es que saco la versión audiovisual gore-escatológica de Diario de un Nómada y lo peto.

Menudas tonterías se me pasan por la cabeza. Volvamos al viaje.

Realmente fueron los aspectos negativos y hoy anecdóticos del viaje. Los grandes momentos, paisajes, lágrimas y gritos de felicidad dentro del casco, las sonrisas y la alegría abarcaron la práctica totalidad de kilómetros sobre Buri. La melancolía y las lágrimas menos, sobre todo a primera hora de la mañana, con los primeros rayos de sol, el cielo naranja y sonando en mi lista de Spotify «la vida es bella – de Noa», «libre – de Nino Bravo» o «que bonita la vida – de Dani Martín»… imposible resistirse al drama siendo todo tan idílico.


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  Me llamo Matías Herrera Pérez, nací en Santa Cruz de La Palma el 24 de abril de 1982. En el seno de una familia trabajadora; padre agricultor y madre ama de casa. Solo tengo una hermana y, yo soy el pequeño de la familia. Estudié, trabajé y oposité al Estado buscando una estabilidad laboral y económica que llegó con esfuerzo y sacrificio. Los primeros destinos laborales me llevaron por diferentes puntos de la geografía española como; San Pedro del Pinatar (Murcia) y Cella (Teruel). A los pocos años regresé a la isla que me vio nacer, pero lejos de ser feliz decidí  pedir un nuevo destino, hacer las maletas y, empezar una nueva vida. Ahora resido en la isla de Tenerife y, por fin me siento libre. Me apasiona capturar momentos, ya sea con el propio teléfono móvil o con mi cámara de fotos y, por supuesto viajar; Conocer nuevos lugares y rincones de este mundo, en moto o con mochila y, acompañado por mi mejor tándem, mi pareja.

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